Las ramas que me sostienen
Atman Tat Tvam Asi. Tú eres eso.
El Ser que habita en mí, es el mismo que da vida a todo cuanto existe.
Mi nombre es Chio, y antes de encontrar el Yoga, mi mundo interno se sentía como un terreno sin raíces. Vivía con una sensación constante de desconexión, ansiedad, insomnio y una tristeza silenciosa que no sabía cómo nombrar, mucho menos aún, cómo compartir.
Al principio no buscaba transformación, solo un respiro. Pero la práctica me encontró. Y me mostró algo que no esperaba: no había forma de esconderme.
En especial el Ashtanga Yoga, que llegó a mí en una etapa de mi vida donde ya no quería seguir huyendo. Su estructura me ofreció refugio. Su intensidad me obligó a mirar adentro. Y su repetición se convirtió en una brújula.
Aquí es donde comenzó The Self Practice: no como una meta, sino como un espacio honesto donde podía volver a mí, una y otra vez.
Patanjali describió el Yoga como un árbol de ocho ramas. Y no hay metáfora más precisa.
Como todo árbol, la práctica necesita cuidado, paciencia y tiempo. Y lo más importante: necesita ser vivida, no solo entendida.
Durante estos años, he aprendido que:
Yama y Niyama florecen cuando observo cómo me relaciono conmigo y con los demás.
Asana entre el movimiento y la quietud recuerdo que el cuerpo guarda memorias de muchas vidas que el alma aún está sanando.
Pranayama me ha enseñado a navegar las tormentas internas desde la respiración y a sentir el amor más bonito desde el suspiro.
Pratyahara aparece cuando, en medio del ruido, elijo quedarme conmigo.
Dharana y Dhyana me encuentran cuando dejo de buscar y simplemente permito el todo.
Samadhi... hacia donde voy y desde donde vengo. Quizás dentro de Maya es ese instante fugaz donde siento más allá de lo que puedo explicar, donde soy parte del Todo.
Estas ramas no se suben como escalones, se despliegan cuando el alma está lista. No hay que forzar. Solo quedarse. Practicar. Escuchar.
Y como decía Pattabhi Jois: “99% práctica, 1% teoría.”
Porque es ahí, en el sudor, el silencio y el temblor, donde ocurre la verdadera transformación.